
El 29 de octubre recién pasado, la agencia de noticias Reuters informó que funcionarios gubernamentales estadounidenses, ante la insistencia de senadores republicanos y demócratas, iniciaron una revisión de la participación de Nicaragua en el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA).
El riesgo de que Nicaragua pierda el trato preferencial de las exportaciones centroamericanas a Estados Unidos se conoció con la aprobación de la Ley de Reforzamiento de la Adherencia de Nicaragua a las Condiciones para la Reforma Electoral (RENACER) por parte del Senado de Estados Unidos, la cual está pendiente de aprobación en la Cámara de Representantes del Congreso de
Estados Unidos, un requisito previo para que sea enviada a la Casa Blanca para su aplicación.
¿Cuáles son los impactos de este riesgo comercial? Tomando como referencia el año de 2020, según datos publicados por el Banco Central de Nicaragua (BCN), Nicaragua exportó bienes a Estados Unidos por un monto de US$3,381.2 millones, de los cuales US$1,405.9 millones correspondieron a bienes domésticos (41.6%) y US$1,975.3 millones correspondieron a bienes de las empresas de zona franca (58.4%). En otras palabras, en ese mismo año, Nicaragua colocó en el mercado estadounidense el 67.4% del valor total de sus exportaciones de bienes FOB de US$5,016.1 millones, cifra que incluye el valor bruto de exportación de productos elaborados en las empresas de zona franca.
El impacto directo de este riesgo comercial sería la caída del 35.6% del volumen total de bienes exportados por Nicaragua. Con el pago de los aranceles de importación establecidos por Estados Unidos, las empresas exportadoras nicaragüenses no podrían competir las empresas de otros países centroamericanos en el mercado estadounidense. Nicaragua es el único país de la región centroamericana que registra superávits en forma continua en su comercio con Estados Unidos desde 1996.
El impacto se concentraría principalmente entre los exportadores. Los principales productos domésticos que Nicaragua exportó a Estados Unidos en 2020, en orden de importancia, fueron oro, carne bovina, café, langosta, queso, frijol, azúcar, cigarros, pescados, maní, bebidas y camarón.
A la reducción del 35.6% del volumen de las exportaciones de dichos bienes se tendría que adicionar las disminuciones del margen de comercialización, y de los servicios de transporte, comunicaciones y hoteles y restaurantes, por lo que la caída total estimada del quantum de las exportaciones de bienes y servicios sería 40.0%.
El primer impacto de la severa caída del volumen de exportación de bienes y servicios sería la disminución de 7.3% del Producto Interno Bruto (PIB) Real.
Debido a la menor producción interna de bienes y servicios, el volumen de la demanda de bienes finales, o sea, el volumen de bienes y servicios de consumo, de inversión y de exportación, caería 6.9%, mientras que el volumen de las importaciones de bienes y servicios tendería a disminuir 6.1%.
Con las estimaciones antes descritas, la siguiente pregunta sería: ¿cuál es el impacto sobre el empleo si la demanda de bienes y servicios finales disminuye 6.9%, como resultado de la caída de 40.0% de las exportaciones?
El desempleo abierto provocada por la caída de la demanda de bienes y servicios finales alcanzaría al 7.7% del total de personas ocupadas, equivalente a 261,800 personas. Las actividades económicas del país más afectadas por el desempleo serían, en orden de importancia, la industria manufacturera, hoteles y restaurantes, transporte y comunicaciones, explotación de minas y canteras, comercio y agropecuario, silvicultura y pesca.
Sin embargo, la reducción del gasto de consumo de los hogares, resultante de la disminución del ingreso por el aumento del desempleo causado por el descenso del PIB Real, generaría una nueva contracción de la producción de bienes y servicios. En esta segunda ronda de caídas, el PIB Real profundizaría su descenso de 7.3% a 15.3%, el volumen de la demanda de bienes y servicios finales profundizaría su caída de 6.9% a 15.0%, y el volumen de las importaciones profundizaría su disminución de 6.1% a 14.5%. Y todavía persistirían otras rondas de contracciones.
Con sólo dos rondas de caída del gasto de consumo de los hogares, la situación económica de Nicaragua sería impactante. Esta posible sanción comercial afectaría a la población total del país de 6.6 millones de habitantes, y restaría ingresos a todos los agentes del sistema económico nacional, entre ellos empresarios, inversionistas, consumidores y gobierno.
Con el apoyo internacional, el esfuerzo nacional, avalado por el Banco Mundial, redujo el índice de pobreza de los nicaragüenses desde 50.3% en 1993 hasta 48.3% en 2005 y hasta 29.6% en 2014. En 2017, un año calificado como de máximos históricos de producción y de mínimos históricos de pobreza por los directivos del Foro “Convivencia Nacional” -entre ellos, este servidor-, ese índice de pobreza había disminuido, en función del nivel del PIB Real, hasta 23.4%. Hoy, tras tres años de crisis, el mismo índice se aproxima a 25.2%, muy cercano al registrado en 2016.
Ojalá no se repita la historia. El 1 de mayo de 1985, la administración estadounidense aplicó simultáneamente una sanción comercial y una sanción financiera a Nicaragua. En 1985, el PIB Nominal o en precios corrientes de Nicaragua era igual a US$2,508.8 millones y el valor total de sus exportaciones ascendía apenas a US$304.9 millones. El PIB Real cayó 4.5% en 1985. Por otro lado, la cooperación externa multilateral se redujo de US$46.7 millones en 1986 a US$1.7 millones en 1989. Las dos sanciones fueron suspendidas hasta el 25 de abril de 1990, fecha en que tomó posesión de la Presidencia de Nicaragua la Sra. Violeta Barrios vda. de Chamorro.
Nota: Los efectos del riesgo comercial por la revisión de la participación de Nicaragua en el TLC DR-CAFTA arriba mencionados fueron cuantificados con el Modelo de Demanda aplicado a la Matriz de Insumo-Producto (MIP) de Nicaragua 2016, 14×14, elaborada y publicada por el Banco Central de Nicaragua.
Por Néstor Avendaño, economista y presidente de COPADES. Este artículo fue publicado el 11 de Marzo de 2021.