
Tenia tanto trabajo que eleve el precio para ganar más y trabajar menos, y ni así lo logré, costara lo que costara mi show me seguían contratando. Llegué a cobrar hasta $30,000 pesos por show privado.
En mis años más intensos llegué a romper mi propio límite.
En un solo día hice siete shows; ese fue mi récord.
Suena exagerado, pero hubo una época —por ahí de 2006 o 2007— en la que no paraba.
Ya tenía oficina, teléfono y agenda llena. Trabajaba de miércoles a domingo, cinco eventos diarios sin fallar.
Unas 25 presentaciones por semana. En teoría descansaba lunes y martes… en la práctica, si alguien llamaba ofreciendo pagar más, lo tomaba. Hubo rachas en las que prácticamente no descansaba. Llegué a hacer cerca de mil eventos en un solo año.”
Obviamente el cuerpo pasa factura.
Me dañé las cuerdas vocales y hubo un tiempo en el que hablaba como cantante de baladas después de una vida intensa.
El otorrino fue claro: ‘O le bajas, o te retiras’. Ahí entendí que tenía que cambiar la estrategia.
Decidí cobrar más y trabajar menos.
Al principio parecía una locura subir el precio, pero funcionó.
Subía el costo y el trabajo seguía llegando igual.
En shows privados llegué a cobrar cifras que jamás imaginé. Ahí aprendí algo clave: no se trata de hacer más, sino de saber cuánto vales… y de cuidarte, porque ningún éxito vale perder la voz.”
Brincos Dieras, sobre la época en la que el éxito no lo dejaba dormir… hasta que el cuerpo le puso un alto.
















