
Tenía sólo 32 años de edad, tres hijos y una vocación firme para proteger a los demás. Esa era Brenda Lizbeth Toalá Blanco, una mujer que vestía el uniforme con bastante orgullo y que el pasado 3 de junio fue asesinada junto a cuatro compañeros durante una emboscada en Frontera Comalapa, Chiapas.
Brenda era originaria de Suchiapa. Tenía sólo cuatro años en la Policía Estatal, y desde hace seis meses había sido enviada a uno de los municipios que más ha sido golpeado por la violencia.

Sus seres queridos la despidieron con los ojos llenos de lágrimas, con el corazón roto y también con rabia: ninguna autoridad se presentó a rendirle homenaje, ningún gesto oficial reconoció la entrega ni tampoco su sacrificio.
Hoy, Brenda ya no está. Sus hijos quedaron sin madre, y su familia con un vacío imposible de llenar.