En el pasado, la gente solía decir: <La Guardia y Somoza son la misma cosa>. Por el conocido desenlace, la observación popular encerraba una triste realidad.
En el presente, la gente dice: <La Policía a Ortega se pega>. Dos épocas, dos realidades, dos dictaduras, dos evidencias. La genta ve y opina, a veces con humor como para aceptar con resignación lo que no se puede cambiar, sólo advertir.
Las instituciones manoseadas le pertenecen al amo y sus miembros sin asco, manifiestan lo que realmente son… rebaños del pastor.
En cada show que el consuegro monta bajo lluvia, truenos o relámpagos, la intención es la misma… asegurarle al compa mayor, fidelidad y protección especial. Nada de lo que enfatizó el desfile policial es para proteger al ciudadano, sino para intimidarlo o reprimirlo por “traidor”, por golpista.
El Jefe Supremo del Ejército y la Policía no tiene que preocuparse por su seguridad, sólo por su salud para mantener viva la ilusión de poder y la obstinación de conservarlo. Entonces, como cantaba el poeta en su Oda a Roosevelt…
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
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