Los mensajes del Papa Francisco dirigidos para Nicaragua

Por Carlos Tünnermann Bernheim
Los Mensajes del Papa Francisco en la Navidad y en la audiencia al Cuerpo Diplomático, han sido calificados como escritos con “celosa prudencia” cuando se refieren a Nicaragua. En el de Navidad nos pidió a los nicaragüenses vernos como hermanos y “buscar la reconciliación para construir juntos el futuro del país”. En su saludo al Cuerpo Diplomático, el Papa manifestó que la Iglesia en cada lugar trabaja “por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas”. El Pontífice señaló que el diálogo es “el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación”, algo en que todos coincidimos, pero sabiendo que la auténtica reconciliación tiene como fundamentos la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, como bien advierte el GIEI en su informe.

En cambio, su Mensaje del primero de enero, para celebrar la 52 Jornada Mundial de la Paz es, por su rico contenido, una verdadera cátedra de ética política. El Mensaje se intitula “La buena política está al servicio de la paz”. Nos limitaremos a subrayar sus conceptos más relevantes.

La sección: “Paz en esta casa” está inspirada en el mandato de Jesús a sus discípulos: “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz en esta casa”, frase que nuestra Conferencia Episcopal retomó para el encabezado de su “Mensaje de Adviento”. Efectivamente, nos urge la “paz en esta casa”, nuestra Nicaragua, pero una paz con justicia.

“El desafío de una buena política”, según el Santo Padre, reside en la función y responsabilidad de los servidores públicos de servir a su país y proteger a cuantos viven en él y agrega: “La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.

De especial relevancia para nosotros, en los actuales momentos, es lo que nos dice el Papa, inspirado en las enseñanzas de su antecesor, acerca de que todo cristiano debe incidir en la vida de la polis. Todo político, de cualquier parte del mundo, debe trabajar por el bien de la familia humana practicando “aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad”. Y agrega que “la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud”.

Sin embargo, advierte, que como “En la política, desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios”, el Mensaje los señala con claridad: la corrupción, en sus múltiples formas, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, la explotación ilimitada de los recursos naturales, el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio, etc… De buena parte de estos vicios, tenemos en Nicaragua ejemplos emblemáticos.

El Mensaje dice categóricamente “No a la guerra ni a la estrategia del miedo”. Nada más cierto cuando sostiene que: “Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad”.

El Mensaje concluye enunciando los elementos indispensables para construir “Un gran proyecto de paz”, como fruto de un “gran proyecto político”, cuyas tres inseparables dimensiones son: la paz con nosotros mismos, la paz con el otro y la paz con la creación, fruto que requiere “una conversión del corazón y del alma”.

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