Los logros de la “Revolución” sandinista

Los dictadores Ortega Murillo con su familia, posibles futuros corruptos del sistema de gobierno en Nicaragua.

Cuando vemos imágenes como ésta, es más fácil entender la expresión de Tomás Borge: <No podemos perder el poder>. Entender mejor lo que se puede llamar “la estafa más descomunal en la historia política de Nicaragua”. Ilusos que se llamaban a sí mismo:

• Revolucionarios
• Proletarios
• Anticapitalistas
• Antiburgueses
• Hombres nuevos
• Antidictatoriales
• Sandinistas

Sólo para mencionar siete apelativos saturados de euforia, agitación y ceguera ideológica parcializada. Nadie mejor que la fatídica pareja endiosada de El Carmen, nos transmite en blanco y negro y en mágico tecnicolor, lo que era el sandinismo soñado.

Algunos pensadores se separaron por pena, otros por vergüenza, otros por aceptación acomodada y muchos por sentido común. Pero, los que entienden la verdadera intención, siguen ahí, ordeñando la vaca, cuidando el potrero, alambrando la cerca y disfrutando de la finca usurpada.

Y ahora, después de 40 años, la suerte está echada… “ir con todo”, hacer lo que se tenga que hacer… plata para los amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos. La criticada doctrina de las 3 P, no en teoría sino en práctica, en su máxima expresión, versión OrMu, revisada y corregida para aterrorizar el país, vivir como rey y dejar en ruinas lo encontrado cuando llegue lo inevitable.

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-Los otros tuvieron su tiempo, -éste es el nuestro- parecen enfatizar los moribundos seguidores.

¿Hubo alguna vez una revolución con revolucionarios de corazón?

Ya ustedes tienen la respuesta, está allí en esa imagen de los tiranos con su familia ya en la tercera generación.

Tantos muertos, tantos desaparecidos, tantos ultrajados, tantos encarcelados, tantos vivianes, tantos ciegos, tantos sordos y tantos enloquecidos por las dádivas para una vida fácil a expensas de los demás. Y mientras muchos vuelven su mirada hacia atrás, es tiempo de interpretar mejor el consejo de Albert Camus: “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas”.

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